martes, 22 de diciembre de 2015

CAPITULO IV: Vagando por las calles



Capitulo IV

      A ti amiga mía, ni recordaba que existía, es como si te hubieran borrado de mi mente. No tenía memoria alguna sobre ti. Pues si sigo contando lo que hice luego de dejar la casa de mi pastora.  Me estacioné frente a las oficinas del gobierno. No sé ni recuerdo exactamente el por qué maneje hacia allá.  Un sonido, de un celular llamo mi atención. Busqué en mi cartera, pero no pude encontrarlo. Busque en mi valija y ahí estaba. Lo tome. En el otro lado, una voz femenina, me dice: ‘Emilia, Klourdes De Castilla, ven para acá, y me dio una dirección.  Y me dijo aquí te ayudaremos’. Yo sin pensarlo, me subí al coche y me dispuse a manager. No cuestioné quien estaba al otro lado del teléfono o porque me llamaba Klourdes de Castilla.  Solo escuché la voz que me ofrecía ayuda y la recibí sin considerar las consecuencias que esta supuesta ayuda me traería. Solo vi la llamada como una salida fácil a mis problemas. Una respuesta a mis oraciones y socorros que tanto he pedido y anhelado.  Como la solución a mis problemas o miedo de estar sola en el apartamento. Me dispuse a manejar. En el camino hacia ella, la misma llamada otra vez, preguntándome si ya estaba en camino. Siento que hay alguien conmigo en el coche. Miré dentro de mi coche, pero vi nada. Siento que alguien me exorciza en la espalda. Un dolor agudo corre todo mi cuerpo, no aguanto, y me dispuse a llorar. Al voltearme otra vez, pude ver ese hombre de pelo rizado en mi coche. Él me dice que no sabe quién está haciendo esas llamadas y que iba a averiguarlo. Le veo salir del coche y volar en frente de mi coche. Él viajaba en el aire. El dolor todavía me atormenta. Solo sentí, pero no veo a nadie detrás de mí. Era como si mi cuerpo se abriera por sí mismo, causándome la sensación de que alguien me cortaba la piel con una navaja. La llamada termina y se supone que yo debo de llegar a la dirección donde alguien va a estar esperando por mí. Aun no tengo la habilidad de preguntar quiénes son ellos o ellas o quien es la persona que me habla en el teléfono. Luego de más de una hora de viaje, el celular suena otra vez. Esta vez la persona en el otro lado me dice que ya es noche y ellos me buscaran en la mañana. Se me pidió que siguiera la señal y esta me llevara hasta donde ellos.

      Entonces fue cuando comprendí que era una mala jugada que alguien me ha jugado. No era de noche en Londres, era de día y yo estaba en camino. Quien podría haber jugado tal jugada en mí, en mi seguridad. De cualquier modo, viaje hacia el pueblo, pues ya estaba medio camino. Pensé que cuando llegue allá me alojaría por unos días y luego regresaría a mi apartamento de nuevo. El cambio de ambiente me haría bien. Solo necesito un descanso me dije a mi misma.  Cuando entro al pueblo-------- así se llama, el teléfono suena otra vez. La mujer otra vez me dice que siga las señales, ellos la han dejado para mí. Habría de seguir la señal marcado con una flecha, ella me llevara a mi destino. Mi mente se calmó un poco, pue pensé que nadie me estaba jugando una mala jugada.  Así que cuando llegué a la entrada del pueblo, seguí la señal que estaba en la carretera. Maneje derecho, doble a la izquierda, luego a la derecha, maneje otra vez derecho y en fin seguí la flecha hasta que esta me llevo hasta una zona residencial. Pero no había nadie ahí esperándome. Así que esperé y esperé hasta que dos horas pasaron. Pero nadie vino por mí. No entendí bien para comenzar. Me entristecí, al ver como alguien había jugado con mi seguridad de esa forma. Deje la zona residencial, y maneje hasta que llegue a una calle principal. Vi un centro médico y me estacioné en el parque. No me sentía del todo bien. Fui adentro, y de represente siento que todo mi cuerpo comienza a moverse. Estoy temblando rápidamente y muevo mi cabeza sin control. La recepcionista me dice que un centro médico privado. Al no recibir atención salí y me senté en el coche. Pensé que quizás mi cerebro había sido programado en la casa de la pastora y me dio miedo de lo vendría, o de las estupideces que pudiera yo hacer.

      Ahí sentada en mi coche entre en un shock. Escuchaba a mujeres hablando y el sonido de la sirena de la ambulancia. Escuche que alguien me hablaba y un dolor fuerte en mi pecho cuando se me decía Emilia cual es el problema contigo. ‘Dinos y así te podremos ayudarte. Pero no pude hablar o abrir mis ojos. Por más que trate de abrirlos o de hablar, no conseguía mover ni una pestaña. Sé que me llevaron hacia el hospital. De vez en cuando alguien se acercaba a donde yo estaba sentada para tomar mi presión cardiaca. Pero yo no podía todavía hablar o abrir mis ojos. Con ojos cerrados podía sentir cuando alguien me tocaba o me hablaba, pero no tenía las fuerzas suficientes para responder a sus preguntas o abrir mis ojos o boca.  Horas más tarde, desperté de mi shock. Al abrir mis ojos me encontré en sala de espera en el hospital. Al lado de otra mujer. Ella no parecía estar contenta. Tampoco lo estaba yo. No entendí el por qué no se me dio una habitación o el por qué se me dejo en el estado en que estaba, a los ojos del público.  

      Camine hacia el mostrador y hable con una de la recepcionista e informe que quería salir. Ella muy contenta accedió a mi pedido. Salí del hospital, me dispuse a tomar un taxi. Me pare afuera del hospital, cerca en donde se encontraban los taxistas. Al tratar de caminar hacia ellos, cuando de repente un rayo del cielo reboto en pecho. Parecía un rayo láser. Me paralicé del medio y me temblaron las piernas al pensé que algún tipo de poder sobre natural que quiere muerta. Me consolé a mí misma de que no estoy loca. Alguien, algún poder sobrenatural me quiere mal y por lo mismo quien sea que sea hará todo lo posible por destruirme. Pero me preguntaba que habría yo hecho para despertar el enojo de un ser divino. Tome un taxi. Tenía que ir a recoger mi coche al centro médico que visite primero. La señora en recepción me había dado la dirección en donde encontrar mi coche. Cuando me dirigía hacia allá, el taxista empezó a hablar conmigo. Yo enajena, levante mi cabeza para contestar. A mi sorpresa, vi el rostro de mi pastora en el rostro del taxista. Ambos eran negros, mismo estilo y tamaño. Él tenía el pelo rizado y largo como ella. Me hele sentada en el asiento de ¿Me harían el taxista algún daño? Yo no era de Londres ni tampoco sé cómo las cosas funcionan allí. Estaba perdida no solo en mis pensamientos, sino también en un lugar fuera de mi conocimiento. Una ciudad inmensa, de más de 8, 400,000 de habitantes. Una ciudad tan variada no tanto en razas, pero también religiones y culturas.  La religión era lo que más me preocupaba, pues son tantas. Hay cristianos o católicos, musulmanes, hindúes, judíos, Senojocitas entre otras, entre otras tantas.  Me preocupa si me encontraba con unos de esos fanáticos que dan   escaso derecho a la mujer. Así que decidí hacerme la segura de mi misma, con valentía y conocimiento en frente del taxista. Él me había preguntado si era la primera vez que venía a Londres. Parece que mi disfraz de mujer de conocimientos no fui creído y ahí estaba yo de una vez más temblando. Le respondí que vivía aquí en Londres. El me comenta que él es Senojocista, y yo me preocupé aún más. Le dije que también soy era Senojocista, que lo había sido desde mi niñez. Él me sonríe y me dice que ya estamos cerca del centro médico. Ya dejaba de sudar y mi corazón dejo de latir rápido.   Llegué al hospital, tomé mi coche y manejé en la ciudad sin rumbo fijo.
     
      Luego de vagar por la ciudad por media hora, vi un hotel. Era uno de esos Holiday Spress. Maneje hacia él y me parque en el área de parqueo. Tome mis valijas y camine hacia la entrada todo feliz de poder encontrar un lugar donde podre recostar mi cabeza sin que nadie me pida que debo marcharme antes de que llegue la hora de irme.  Entre y pedí una habitación.  No te voy molestar con los detalles de cómo lucía el hotel, pues no quiero llenarte con cosas vanas o de diario vivir. Me dieron una habitación y al entrar en ella, me senté a prepararme un café. Ya eran las 20.00 horas y afuera ya estaba oscuro y frio. No había nevado en todo el día, pero si predijo nieve para toda el área de Londres. Pensé que fui dichosa al no tener que manejar bajo la nieve, en un pueblo que nunca antes había visitado sola. Aun que, si viviera en Londres, nunca antes me había atrevido a recorrer la inmensa cuidad, sino más bien que solo conocía mis alrededores o el área local. Pues al entrar a mi habitación desempaque algunas cosas, especialmente las ropas que me pondría esa noche. Luego ducharme y cambiar mi vestuario iría al restaurante a comer algo. Tenía hambre y no había comido desde el día anterior, casi 24 horas sin comer y beber. Mi estómago ya me hacia la guerra y comenzaba a hacer ruidos.

      Luego de asearme, camine hacia la ventana. Mire hacia afuera, pues quería ver las luces en la ciudad. Pensé que quizás se vería bello con todas las luces en las calles y en las casas y edificios. Al mirar a mí alrededor note que afuera, al lado del hotel, había una estación de gas. Y conectada a esta una tienda pequeña. ¡Bingo! me dije a mi misma. Eso era lo que realmente yo necesitaba. Pero pospuse ir allá por una hora. Bajé al restaurante a comer algo. Al regresar a la habitación, ahí estaban ellos otra vez. Y me hele. Pensé que ya no los volvería a ver. Me miraban con una mirada fija y penetrante y me dije a mi misma que estoy alucinado otra vez. Le dejé parados frente a la cama y me senté en el mueble que estaba disponible. Encendí el televisor y me dispuse a mirar una película. Ellos entonces empiezan a hablarme y a darme órdenes. Yo trato de ignorarlos y me digo a mi misma que ellos no están ahí enfrente de mí, que todo es producto de mi imaginación como tantas veces mis psicólogos me han dicho. Pero nada funciona. No vale cuantas veces me lo repite a mí misma, ellos todavía están parados ahí, hablándome y yo sin querer escuchar. ¡Qué fastidio! me dije para mis adentro. Ellos empiezan hablar sobre mi novio. Me dicen que ellos le han informado a mi novio de que estoy aquí en este hotel y que el viene a visitarme. Le pregunto de qué novio me hablan pues no recuerdo tener alguno. Pero ellos son más fuertes que yo, y la duda empieza a rondar mi cabeza y termino creyéndole.

      Así que fui a la estación de gas y compré pasta dental, cepillos dentales and algo para comer durante la noche por si acaso me da hambre. Si cepillos, dos pues esperaba a mi novio, el cual vendría. Regrese de nuevo al hotel. Al entrar en mi habitación, me encuentro no solo con las mujeres y el hombre que me molestan muy a menudo, sino también que hay otros seres en ella.  Al entrar dejo caer mis bolsas plásticas al suelo. No sé bien si fue por terror o si fue porque ahora en mi habitación estaba ese hombre morado que había visto en una de mis visiones. Dejé la puerta cerrarse detrás de mí y caminé hacia el sofá. Ya no me importaba nada. Dejaría que ellos hicieran lo que quisieran conmigo. De ningún modo iba yo dejar la habitación y vagar por la ciudad sin rumbo fijo otra vez. Me trague mi propia saliva al mirarle. Crucé mis piernas y desde donde estaba sentada, me incliné un poco hacia la derecha y encendí el hervidor de agua.

      El hombre de pelo rizado intento atacarme. Vi como saco un puñal de su chaleco y se dirigió hacia me. Abrí mis ojos bien grandes y me dieron ganas de salir corriendo de la habitación. Pero para mi sorpresa, el ser morado se interpuso en su camino y se paró delante de mí. Mi corazón aún late rápido y mi respiración ni contar. Todo parecía moverse en cámara lenta. Me acurruqué con mis rodillas tocando mi barbilla. Tenía tanto miedo y no quería vagar por la ciudad otra vez. Vi como los otros hombres morados se unieron al primero y todos luchaban unos a los otros.  Por fin ellos habían llegado a mi rescate otra vez. Recuerdo que en dos ocasiones diferentes ver luces moradas, muy reluciente, entrar en mi habitación y sacar a ese hombre y mujeres de ella. ¡Qué alivio! Pensé que quizás las luces moradas les pertenecían a los ser morados que ahora veo. La batalla entre ellos continuaba, hacían mucho ruido, así que decidí bajar de nuevo al restaurante. Pensé que si alguien escucha todo el ruido salir de mi habitación iría a quejarse a recepción. No podía poner mi suerte en más peligro de vagar. Si alguien escucha el ruido y se queja, yo podría decir que no sé de qué hablan. Bajé y pasé por la recepción. Pedí un periódico y me senté muy cerca de la recepción por si acaso alguien venía a quejarse.

      La idea de que tengo a un novio, aun recorre mi cabeza. Así que me senté esperando que quizás alguien llegaría a preguntar por mí. Al mismo tiempo me preguntaba como seguía la batalla en la habitación. Llego las 21.00 horas y yo todavía estaba en el restaurante. No me importaba que los empleados me miraban de vez en cuando con los ojos bien abiertos. Sé que me pasado más de una hora sentada ahí, pretendiendo leer el periódico. De repente una luz morada pequeña apareció debajo de la mesa y me dice que regrese a la habitación. Yo le obedezco y camino hacia ella. Mi supuesto novio nunca llego. Todo era una falsa para volverme loca.   Al entrar en ella, veo luces en las esquinas. Me alegre al ver que esos que me atormentan ya no están. Deseaba que ellos nunca se aparecieran otra vez. El ser morado y los demás me miran y me sonríen. Yo me pongo tímida y me siento. Estaba sin palabras que decir, pero muy adentro de mí estaba tan feliz. Él todavía me mira por lo que yo entonces decidí hablarle. Le pregunto su nombre y el por qué me ayudan, ellos me dicen que su majestad así lo quiere. El dirigente me dice, que esas luces que veo en la esquina, ellas me protegerán. Nadie más puede verla si no yo. Yo acepté su explicación y le vi marcharse a través de la ventana. Vi sus cuerpos elevarse y desaparecer a través de ella. Esta noche dormiré pensé yo.




      Emilia hizo una pausa. Yo la observaba con los ojos bien abiertos. No quise decir nada. Pues lo que escuché fuera de lo normal y me había dejado atónita y sin palabras alguna que decir. Todo el tiempo que la escuchaba, me decía a mí misma como es que las autoridades la han dejado vivir sola. Yo misma a tal grado también creía que estaba enferma pero no encontré el valor para confrontarla. Luego de unos minutos ella me dice: ‘yo sé que lo que te cuento te parecen locuras’. A mí también en su mayoría de veces me parecen que lo son, esto es hasta que ellos llegan otra vez, y todo se vuelve tan real.

       Yo le digo que ‘no’. Y le pedí que siguiera con la historia, pues me interesa saber por lo que estaba pasando. Le consuelo y le digo que sí puedo ser de ayuda con mucho gusto le ayudare. Ella continua y me dice: ya pasaban las 24.00 horas, en realidad eran las 24.50. Yo terminé mi café. Tomé un vaso de agua y me tomé una pastilla para dormir. Nunca antes lo había hecho, pero son unas pastillas homeopáticas que me había comprado unos meses atrás. Me acosté y dormí por unas horas. Y he aquí que mientras dormía, sentí como la cama se movía de un lado a otro y hacia arriba. Veo mis ropas flotar en el aire. Miro desesperadamente a las esquinas, preguntándome donde se habían ido las luces moradas que debían protegerme. Y ahí estaban, las pobres atrapada y acorralada por otras luces color rojas. La idea de alguien en realidad me quiere mal, recorría mi cabeza. ¿Pero por qué?  Observo las luces rojas o los cuerpos rojos y veo que tiene también aspectos físicos como los humanos. Otras luces se lanzaron contra mí, y me tiraban del pelo con tantas fuerzas que pensé que me quebrarían el cuello. Esas luces o cuerpos rojos tienen aspecto de mujer. Una de ella tomó mi bolso y me dijo que es tiempo que empiece a vagar otra vez por la ciudad.


Copyright@ Kenia Alondra del Castillo 2015

martes, 17 de noviembre de 2015

A Traves de la Distancia


Ayer tempranito, en la madruga, cuando el sol se mostraba feroz en el horizonte

Y sus rayos penetraron través del orificio de las cortinas para así mis ojitos bañar con su luz,

Ayer mismo, en ese instante le pensé. Recordé memorias vagas de un ayer con placer.

y soñé de una tierra lejos en el horizonte, perdida a los ojos de los demás

Allí le encontré a solas, le observad, le acaricié y le amé.

Dulces momentos que solo en el encontré.

 

 Al los rayos tocar mis ojos con ímpetu, me desperté.

Me di cuenta de todo fue un sueño, una memoria del ayer.

Hoy las memorias vienen y se van,

De pasitos, muy lentamente se abren paso hasta encontrarte en los más profundo de mi ser,

A veces las quiero, otras las detesto, tratando de aliviar las congojas que el destino me dejó.

 

Sedienta de su amor, por las calles muchas veces vagueé,

 perdida en mis pensamientos, cuanto lo añore.

Hoy sigo las pisadas en el camino dejadas por el

Hasta que quizás llegue al cielo donde o a donde se encuentre él.

 

Y toda mi vida se sostiene antes mis ojos

Calladamente guardo todo en mi Corazón

Sabiendo que encontré el amor

Bendita la hora en que lo conocí

Pero cosas del destino que ayer lo vi partir.



@ Kenia Alondra Del Castillo 2015. All Right Reserved.

jueves, 29 de octubre de 2015

Klourdes Suspira

Yo me cansé
De caminar por las veredas
Por las veredas me paseé
Me detuve y observé
En mi mente te hallé.
 
El viento que fuertemente mi rostro golpeó
Mis ojos empapados de lagrimas de amarguras
Mientras que el viento fuerte perdura
Y mi rostro desvaneció.
 
Que ironía de la vida
Ayer te tuve muy presumida
una sonrisa, un beso, un abrazo
que hoy extraño yo
Amargura incesante
implacable y errante.
 
Mientras camino, recuerdo tus jugadas
La vida mía aun sigue amargada
Las sonrisas enajenas en el rostro de los demás
En mi rostro solo queda sequedad.
 
Te extraño una y mil veces
Te amo como me apetece
mi ingrato amor que no supo valorarte
Yo está cojo, triste e inútil.
 
Soñadas amorosos de un mundo que pasó
Que tuve en mis brazos
Que cosas del destino se llevó
Donde estas, con quien estas.
 
Eso solo me quedó
Hoy acepto mi derrota
Al destino digo adiós
Mas mi amor por ti por siempre se quedó.

Copyright@Kenia Alondra del Castillo 2015. All Rights Reserved
 

martes, 11 de agosto de 2015

Capitulo III. Si te contara mi vida.


Capitulo III.        


Y por fin su silencio se rompió. Ella me contaba y yo escribía. Ella me contaba y yo suspiraba. Sé que es difícil y fuera de este mundo creer lo que me escuchaba. Pues yo era agnóstica y no creías en esas cosas de batalla entre el bien y el mal. Pero era mi amiga y le debía el respecto. Parecían historias difícil de aceptar y la vez muy entretenidas. Yo la miraba y ella se veía avergonzada. Yo escribía sus relatos y en el más profundo de mi trate de lucir serena, cómoda y crédula. De vera, su historia era conmovedora, al mismo tiempo parecía estar llena de terror y un tono poco hadistico. Quizás pensé yo, se había concentrado en un mundo de ciencia ficción para calmar su pena. ¿Se habrá fundido en mente y alma en falsas historias, para así no confrontar la realidad de su nueva vida?   No lo sabía perfectamente, solo sabía que era su amiga y le debía el respecto de escucharla.  Y esto lo había estado esperando por un largo tiempo. Todo dependía de como ella se sintiera y si se sentía motivada para hablar y contarme sobre lo que ahora está ocurriendo en su vida. Yo buscaba con anhelo escucharla, aunque a veces, todo parecía fuera de lo normal. Muchos de los sucesos, en mi parecer, parecían estar relacionado con la ausencia de su hija. 


 Su mente amplia hacia vida era tan inmensa en comparación a la mía. El problema era insólito y a la misma vez me sucumbí a sus historias. Me metía muy adentro, tan adentro que a veces se las creía. Si sus historias no fueran tan vivas y fuera de lo común yo se las creerías ciegamente. Pero no, tenía mis pies bien puestos sobre la tierra, y desde niña siempre he sido incrédula en lo relacionado al otro mundo u otros entes de vida que pueda existir paralelo a nuestro mundo. Nunca he tenido ninguna vivencia con extraterrestres o con algún poder sobrenatural. En mi mayoría me niego rotundamente a aceptar su existencia. Pero Emilia parecía tan sincera y segura de sus historias, que yo empecé a sentirme culpable si no  las creí o si no las escuchabas.


      Tengo que aceptar que me encantaba escucharlas. Una y otra vez, acudía a visitarla. Sus historias me entretenían y me quitaban estrés que traía conmigo. Ella hablaba yo escribía, ella contaba y la vez yo escuchaba. Me enredé en sus historias y me deje llevar por el tiempo. Viajé mentalmente a través del tiempo a lugares inesperado, muchos llenos de color y belleza, otros oscuros y tenebrosos. Viaje mentalmente través del tiempo, visité dioses y lugares inesperados. Y mientras escuchaba y escribía, a veces me encontraba a mí misma escondiéndome en la historia, como si yo estuviera ahí, formando parte de ellas. Fue difícil no sentirme parte de ellas. Le mire, y note una sonrisa sensible y pequeña. Ella no parecía haber olvidado el saber reír, y la verdad nunca yo en el todo el tiempo que la conozco, no la he visto sonreír con una sonrisa plena y amplia. Siempre lleva a media, una sonrisa pequeña dibujada en su rostro. Lucia bien, no parecía fantasmal o emo. Con el tiempo yo aprendí a aceptarla de la forma que ella era. Al mirarla  no sé si sentía pena o sentirme orgullosa de ella. Sabía que en este mundo no se puede confiar en cualquiera, pero su  desconfianza, había llegado hasta el límite. Por ejemplo, no confía en los pocos amigos o relacionados que tenía, no confiaba en su Doctor de cabecera o en ningunos de los diez psicólogos que ha vistos o que han examinados su salud mental. En su mente todos en su mayoría la querían mal. En mi sabía que confía ciegamente.  Quizás su confianza en mí radicaba en que nos conocíamos desde nuestra niñez. Yo estaba ahí en Londres porque  ella me traído. A mí sobre su propia familia. Eso me hacía sentir especial en su vida. Y de ningún modo había yo de decepcionarla. Londres era una ciudad inmensa, con una cultura muy diferente a la nuestra, la cual a mucho le puede parecer abrumadora, si no poseen una mente abierta a nuevas formas de vivir. Yo sé que ella se ha acostumbrado a su nueva forma de vida. De eso no tenía dudas. Aunque el crimen formara parte de la vida diaria, y todos los daños causados por las fuertes lluvias y los terremotos que azotaban muy a menudo a la gran ciudad y sumándose a estos las reciente guerra contra Rusia, aun así todavía se podía ver algo de vida en la ciudad y los habitantes parecían continuar con su tareas diarias como si todo formara parte de la vida cotidiana. Debía de admitir que todo se había incorporado a nuestras vidas y no había nada más que aceptar que esa era la realidad que debíamos enfrentar.


      Hoy ella ha decidido a contarme una historia. Me cuenta sobre un viaje al otro mundo. Ella sonreía, mientras yo me quedaba perpleja, incrédula aun sin escucharla. Me pidió que me sentara. Yo obedecí y me senté en un sillón opuesto a ella. Ella fue la cocina y me preparo un Café late, mi favorito. Me sorprende que aún mantiene su memoria intacta. Al cabo de unos momentos ella regreso  con un café late en una bandeja. También se ha preparado un té para ella. Tomo asiento y me miro fijamente por unos instantes. Yo desesperada, le mire también, deseando que empezara ya con una de sus tantas historias o vivencias como ella acostumbra llamarlas. Espere unos minutos y le pregunte si había cambiado de mente. Ella respondió con un  tono no muy amablemente, ‘ten paciencia por favor’.  Me acomode en el sillón. Tome un poco del café y al fondo se escuchaba su voz. Por fin su voz, me acomode más. Y he aquí me encuentro en un panorama típico y común. Me sentí un poco decepcionada pero hice lo mejor para no parecerlo. Ella siguió narrando y yo empecé a sentir que ha valido la pena esperar. Mentalmente se abrió ante mí una habitación. Trate de hacerme una imagen mental de la historia que me contaba. Emilia entonces narro: Vi seres. Seres no humano, sus cuerpos parecían estar cubierto con un brillo morado claro. Por lo que pude ver, son casi todos mujeres y solo un hombre presente. Ellas se sentaron en mi cama rodeando por ambos lados. Yo le miraba a todos, asustada, no entiendo exactamente lo que estaba pasando. me consolaba a mi misma y esto me daba valor para no salir corriendo. aun que les preguntaban que querían de mi, ellos casi nunca hablan. No veía  que movieran  sus bocas físicamente, pero ellos parecían estar comunicándose mentalmente.


      Mientras  Emilia narraba, yo me hacia una imagen mental de los seres que me describe. Ella parecía estar  atrapada en su historia. Yo me entretenía con la descripción de los seres y admiraba su belleza.  no fuera como si yo gozara de su sufrimiento. Emilia contaba y yo escuchaba: ellos han estado aquí por días. Me miran todas las noches. Siempre están chequeando mi cabeza. a veces yo siento transcender a otros lugares en sus presencias. Me es difícil recordar todo. Los veo llegar y los veo salir. Si le cuento a Dr. el piensa que estoy loca. A veces me agrada verlos, otras me dan repugnancia por las cosas que me hacen, porque no entiendo lo que me hacen o el por qué tengo esas  visiones. A veces me hablan sobre una batalla, la cual yo he perdido, no sé bien a que se refieren. Pero a mi mente llega la batalla que tuve con mi ex esposo para poder obtener la custodia de mi hija. Esta batalla la he perdido. Quizás se refieren a eso. A veces escucho sonidos de espadas en mi sala, mi cama rodeada de luces moradas. A veces me da miedo, otras me excitan. Anoche fue fuera de lo normal. Algunas mujeres se paraban enfrente de mi cama. Ellas llevan vestuario normal, un poco viejo o degastado diría por tanto uso. Todas son de tez blanca, alguna de pelo negro, otras rubias. Su piel pulida y mirada penetrante.  Ellas me hablan, piensan  que yo debería ir al psicólogo y contarles mis visiones. Yo discuto que no lo hare. Eso sería encerrarme a mí misma en un hospital psiquiátrico. Por nada en el mundo iría a ellos y contarles sobre mis visiones. Ellas se enojan y ponen cosas en mi cabeza que no entiendo. Veo como abren mi cabeza en sesiones, aun conmigo despierta y ponen un líquido en mi cerebro. No sé lo que es, pero sé que al cabo de un rato empiezo a ver cosas. Me atormentan por que no obedezco sus órdenes. ¿Acaso creen ellas que he perdido la razon? me digo a mi misma. De ningún modo iré a ver al psicólogo y contarles. Mientras ellas me hablaban y me dictaban ordenes, he aquí, transcendí. Vi hombres sentados, en medio de ellos yo. Lucia simple, con vestuario común. Llevaba un vestido blanco, muy sencillo, sin adorno alguno, el cual me llegaba a las rodillas. Llevaba el pelo suelto, negro, a lo largo de los hombros. Al frente de mí una cabeza se extendía sobre la mesa. Lucia esplendida, de piel blanca, cabello largo y negro, liso y lo largo de los hombros. No se movía. Y he aquí un hombre de piel blanca, y cabello rizado, de estatura de más de cinco pies and cuatro pulgada. El parecía estar enojado. Yo también lo estaba. Me explicaba que yo era la importante. Pero ‘nosotros’ necesitamos a un hombre que gobierne. Este es un reino grande y necesitamos a alguien fuerte que reine. Yo acepte su explicación, pero me llene de terror, al escuchar sus planes. Planeaban unirme a mí y a un chico que no conocía. Planeaban hacer una fusion. El seria el rey que reine. Yo me opuse. Al fin ellos se unieron y tomaron la decisión. Una unión era necesario. Yo me preocupaba como iba a funcionar. Cortaron nuestra cabeza. Unieron nuestro cuerpo. Y la cabeza que se extendía majestuosamente elegante sobre la mesa, ahora formaba parte de nosotros. El hombre que hablaba de entre todos, tomo algo parecido un  peine pequeño y la pasaba sobre mi nueva cabeza. Y he aquí yo estoy dentro de un cuerpo de hombre reconociendo que soy yo pero con otros rasgos físicos.   . Al pasar el peine sobre la cabeza, esta transformo su rostro en dos. Una parte mujer y una parte hombre. Belleza inigualable nunca jamás la había visto. Ahora el pelo en la cabeza esta rizado, así como el pelo en la cabeza del hombre que hablaba. Yo no entendía el significado de la visión o porque veía cosas así. Pensé que son cosas, artimañas que el enemigo me hace para volverme loca. Ellos todos me quieren mal. Le he contado a mi psicólogo. El   piensa que estoy loca. Así que casi nunca hablo sobre mis visiones. ¿Me escuchas Alondra?


      Yo respondí que sí, pues la verdad, estaba tan concentrada escuchando su historia o visiones como ella les llama. Me dijo quería que yo escuchaba y escribiera. Ella creía que debería escribir un libro sobre sus visiones. Yo no quise decepcionarle e hice como me indico. Yo realmente pensaba que sus visiones de algún modo u otro  serán valoradas por un gran número de gente en la población. Solo hay que tener un sexto sentido para entenderla. De eso estaba yo segura. Le cedí la palabra. Ella continúo: como te contaba era una fusión de hombre y mujer en un solo cuerpo. Una combinación grandiosa en belleza, en lo espiritual también lo era. Se me decía que reinaría allá arriba, que seré parte del rey en los cielos, allá arriba, donde moran los astros y las estrellas. No entendía como tanta grandeza se ha puesto sobre mí, una joven de descendencia humilde y pobre. En cuanto a la fusión, no entendía. No  sé cómo, pero yo me sentía yo misma y no sentía que otra persona yacía dentro de mí.

Una corona se me puso en mi frente, estaba hecha en platino. En ella unas águilas de cristal incrustada en ambos lado. Una estrella color morada adornaba la parte de arriba.  Ese hombre de pelo rizado que te había contado antes, me tomo de la mano derecha y me dijo que caminara con él.  Caminamos a lo largo de un pasillo largo. Pude notar que en las paredes había las fotos de un hombre color morado. Él no tenía pelo en su cabeza y su cabeza un poco plana.  Parecía fuera de lo normal. El lucia con rostro de hombre pero el aspecto físico de su cabeza hacia la diferencia. Pensé que me presentaban antes el, pero no, me llevo a una sala grande y ancha. Allá había muchas mujeres. Todas parecían reverenciarme pero yo no entendía cual es en realidad mi importancia. Ningunas de ellas me hablaron, solo obedecían las ordenes que este hombre les daba. Se me mostro una habitación. Un tanto grande para mí pensé. No me preguntes en donde estaba, pues la realidad es que no lo sé. Se me dijo que descansara si me parecía. Tenía a una joven de pelo rojo y piel blanca a mi servicio. Se me dijo que si necesitabas algo, que se lo pidiera a ella. Yo consentí con simple movimiento de cabeza. Estaba a punto de preguntarle a a donde me encontraba cuando  de repente regrese n mi misma. Me encontré de vuelta en mi habitación.   Recorrí la habitación con mis ojos, para ver si esas mujeres todavía estaban ahí. Y si lo estaba. Me pregunte el por qué ellas no me había atacado mientras yo había transcendido.  Sé que mi mente no estaba en mi presente, pues no sabía lo que ellas hacían mientras yo transcendía. La duda se apodero de mí. ¿Por qué solo me miraban cuando yo regrese en mi misma? ¿Por qué no me atacaron como normalmente ellas lo hacían? Fueron una y mil preguntas que llegaron a mi mente. Yo sé que ellas no eran muy amables y yo no entendía por qué me molestaban. Esa noche no pude dormir. Me senté en la cama con mi espalda hacia la pared. Tome un libro y lo leí. Pues no podía hacer nada más. Yo sé que veía cosas que otras gentes no pueden ver.  Recordé que mi psicólogo me dijo que son alucinaciones. Eso me tranquilizo un poco pero no quito la idea de mi mente de que alguien me estaba observando. Las horas vinieron y pasaron, ellas todavía mirándome y yo con mis ojos entre el libro que leía. Llego la mañana, las 6am. Veía a través de la ventana en mi habitación como el sol penetraba atravesó de las cortinas. Note como ellas se convertían en una luz  y salían por la ventana. Si, la luz penetraba el cristal y ella desaparecía. Me alegre al notar que ellas se habían marchado. Me encontraba tan cansada y el sueño ya parecía ganar la lucha contra mí. Recuerdo acurrucarme en la cama, poniendo la sabana y manta sobre mí, le di la espalda a la ventana así los rayos del sol, no chocaran en mi rostro y sin saber   me quede dormida.


      Mientras dormía soñé que caminaba a lo largo de un terreno largo. No era un bosque. El terreno era plano. No habían arboles alguno solo plantas de variado colores y flores por doquier. Decidí parar y tomar algunas azucenas. Ellas son mis favoritas. Ya la tarde estaba avanzada y decidí sentarme a ver la puesta del sol. Me entretenía mirando el color naranja hacerse su camino a través del rojo y amarillo. Era  una  puesta del sol estupenda y bella. Ya oscurecía, así que decidí levantarme del suelo y caminar de regreso a casa. Miraba alrededor y admiraba la belleza. Mire hacia el cielo y pude observar cuan  relumbrante las estrellas parecían. De repente vi, como doce estrellas, cada una de diferente tamaño empiezan a moverse, de un lado a otro o en movimiento circular. Estaban agrupadas en un pequeño grupo, todas muy cerca unas de las otras. Parecían como si danzaran. En mi sueño, yo estaba tan fascinada, que hasta desee no despertar de él. En mi sueño, yo estaba consciente de que soñaba. Me desperté y abrí mis ojos. Me encontré  de nuevo en mi habitación, tendida en  mi cama. ya no había nadie que me molestara.  Me levante y me prepare un café. Lo demás que hice durante el día, no tiene importancia, así que no te cuento sobre cosas triviales.


Pasaron días, y llego el momento en que sentía que la casa estaba embrujada. Cada noche esas mujeres y ese hombre aparecían y me molestaban si yo dormía. En realidad no entendía completamente el por qué ellos penetraban mi apartamento en las noches para atormentarme. ¿Qué le habría hecho yo? No entendía. Cuando yo trataba de dormir o cerraba mi ojo, ellos jalaban mi pelo o mi brazo. De ese modo lograban despertarme o hacer que mantuviera mis ojos s abiertos. Recuerdo que un día, todos se reían de mí. Eran las 2am, recuerdo como ahora mismo. Ellas y él se paran en una esquina de la habitación en grupo. Hablan entre sí o mejor dicho, murmuran entre sí. De repente todos empezaron a reírse a carcajadas, una de las mujeres se acerca a mí, y comenzo a preguntarme que significa la corona que llevo en mi cabeza. Yo confundida, le respondo que no sé de qué me hablan. Una de las otras mujeres entonces me dijo: ¿de quién eres reina? ¡Llevas en tu cabeza una corona de reina! Ja, ja, ja.  Tú no puedes verla, pero nosotros sí. Recuerdo clamar al rey Aldovar I y los Santos para que vieran a ayudarme. Estaba   desesperada y no entendía el por qué se me atormentaba. Ellos nunca me explicaban. Ya no aguantaba más, así que luego de días de insomnio, mi cuerpo estaba cansado. Y empecé a ver más cosas. Por ejemplo veía que mi ex esposo estaba en la en mi apartamento, me miraba cuando me iba a la cama. El empezó a cuestionarme quien en realidad es el padre de Lissette. Yo no le respondí, pues él sabe la verdad. Así que guarde silencio hasta que él se marchó.


      En una de esas noches sentí un dolor terrible en mi estómago. Vi como algo se movía dentro. No sabía lo que era, pero empecé a sentir como si  fuera a dar a luz. Empuje y empuje hasta que una luz morada salió por medio de mis piernas. Vi como la luz salió de la habitación. La seguí hasta la sala, y vi el rostro de un niño mirarme, al esconderse detrás de las cortinas. Yo estaba con tanto miedo, atormentada y confusa. Con miedo llame 999. No quería estar en el apartamento ni un momento más. Pensé que ingresar al hospital psiquiátrico era lo mejor. Luego de una hora, unos paramédicos llegaron. En realidad eran solo dos. Un joven que parecía no tener más de 19 años y un señor de más o menos 45 años.  Le conté todo así como te lo he contado a ti. La expresión en su rostro decía más sus palabras. Pero muy adentro de mí entendía perfectamente por qué ellos me miraban con los ojos bien abierto, solo escuchando lo que yo le contaba. Pensé que quizás ellos me llevarían al hospital y desde ahí trasladarme al hospital psiquiátrico. Pero no, ellos dijeron muy poco. Recuerdo  que el mayor de ellos, se incorporó, tomo sus cosas y me dijo que hay nada que ellos puedan hacer con mi problema. Yo entendí perfectamente, pensaron que estaba loca. Aun no entiendo por qué ellos me dejaron en el apartamento después de contarle la historia como te la estoy contando a ti. A veces pienso que si estoy loca, veo y siento cosas que los demás no pueden sentir o ver. Reconozco que a veces vivo en un mundo que solo yo puedo ver o sentir. Aun que tú me veas en este mundo, tengo experiencias de otro mundo que no entiendo muy bien. Sentía que el mundo se me veía encima y no tenía las fuerzas para poder soportar su peso, el cual sobrepasaba  las  fuerzas que la vida me ha dado. Y por primera vez, en mi vida, empecé a quejarme, de cuán difícil mi vida ha sido. Desde niña, he tenido que luchar para poder subsistir. La diferencia es que ahora no tengo a mi familia y todos mis amigos junto a mí. Ahora solo te tengo a ti. Lo he pensado una y mil veces, antes de sentarme aquí, frente a ti y contarte todas estas historias. Sé que debes de pensar que estoy loca. ¿No lo piensas, tu Alondra? Todos piensan que sí.



      Te continuo contando, mi odisea,  me desdicha aún  no termina aquí, luego de una semana sin poder dormir adecuadamente y con las constantes amenazas de terremotos y los desastres causados por la guerra. Decidí visitar a mi pastora y contarle mi historia. Le pedí que me aceptara en su casa por unos días, una semana en realidad y le conté mi problema. Así como te lo he contado a ti y a los paramédicos. Pensé que ella me creería. Pues ella predica mucho sobre el otro lado y sobre toda clase de espíritu inmundo que pueden atacar a un Aldovarista. Ciegamente, pensé que ella me entendería y decidí contarle mis problemas. Luego de una hora de hablar con ella, ella me dijo que me quedara la noche y luego mañana me llevara a mi apartamento a ver qué pasa. Su solución al problema, fue organizar una noche de retiro u oración en mi apartamento. Yo obedecía. Sentí un alivio inmenso inundar mi ser. Por fin dormire esta noche. Ella me brindo un café un y pan tostado con mantequilla. Pero no sentía hambre, así que solo tome el café y se me dijo que me sentara cómoda a descansar. Su hijo mayor y su hija menor estaban presente mientras yo hablaba. Ambos ya son mayores de edad. Me senté con ellos a mirar el televisor pero muy adentro de mí deseaba que fuera noche ya, así podría irme a dormir. Luego de una hora y media, la pastora me dice que debe de salir a trabajar. Ya eran las 7pm en la tarde, y ella tenía turno de trabajo a las 7.30pm. Trabajaría toda la noche.  Ella salió al trabajo y me quede con sus hijos. Su hijo mayor quería que yo le llevara a otra ciudad. No podía creer de que después de todo lo que yo había contado a su madre enfrente de él, el me pide que lo lleve a otra cuidad que se encontraba a una hora de distancia. Tendría que manejar de regreso sola por una carretera desierta, en la oscuridad. Me vino la idea de contarle el motivo por el cual no podía llevarle. Así que  yo le dije que no podía por que jugaba un juego al escondite y que no podía dejar que nadie me vea, pues algunos seres no de este mundo deben de estar buscándome para hacerme daño. El me miraba fijamente y palabras no salían de sus labios. Al fin el acepto mi e excusa y se marchó a su habitación. Yo estaba mal, quizás por no dormir bien. Todo parecía normal en mi mente. Ahora al mirar atrás me doy cuenta de que no. Me sentía tan mal, pero tenía la idea de todo era normal y hable de cosas que están muy afuera de los oídos humanos o de la mente humana. Decía cosas que la mente humana no entendía. Si me catálogo de loca en su mente si lo entiendo. Yo no estoy confinada a mis creencias sin antes entender que lo que vivo no es normal. Quizás si fuera tú en mi lugar y yo en tuyo, también te creería loca. Pero no, es mi vida y solo yo sé lo que  vivo en mi diario vivir. Algún día sé que podre mostrarte mi mundo imaginario como mucho le llaman.


      Pues me pase la noche, en casa de la pastora. La pastora no estaba presente, solo su esposo, hijo mayor y su hija menor. Su hijo mayor decidió al fin, tomar el autobús, para ir a la otra cuidad.  Me sentía tan alegre de poder tener otras personas durmiendo bajo el mismo techo que yo. Pensé que esas mujeres y ese hombre regresan otra vez a molestarme, yo podría ir a ver a la hija de la pastora y pedirle que se siente conmigo por un rato hasta que yo me sienta mejor. Pero no, las cosas no salieron como mi pequeña mente lo había planeado. Tampoco pude dormir. Fui atormentada toda la noche. Esas mujeres otra vez aparecieron y ese hombre también. En mi delirio  quizás es como muchos le llaman, yo también le llamo tantas veces así, pude sentir como presionaban un botón en mi espalda y mi cuerpo se habría cediendo paso a las órdenes de ellos. Veía como  sacaban y  leían papeles que encontraban dentro de mí. Otra vez pude escuchar risas y voces. Se hablaban los unos a los otros. Sé que me habían sentado en la cama, con mi espalda hacia la pared. Sentía como una de las mujeres sostenía mi cuerpo, mientras que el hombre sacaba papeles de mi estómago y lo leía. Tenía miedo, pero también sabia o mejor dicho me conformaba con la explicación de mi psicólogo de que todo es solo una alucinación. Ya se me pasara pensé. El sol vendrá y ellos se marcharan o mis delirios o lo que sea se ira tan pronto el sol salga. Solo debo de aguantar, me decía  a mí misma. En medio de escuchar risa y voces, sentía que transcendía a otro lugar. En mi mente viaje a otro lugar, lugar nunca imaginado por mi ocaso mente. Y vi un lugar, el cielo resplandeciente, un sol brillante, adornando el cielo más azul que haya visto jamás. A lo lejos vi casas. Casas grandes y altas. Parecían estar hechas de cristal o un  metal brillante. Se puede apreciar el sol brillar en sus paredes. Camine por las calles. Sus calles cristalinas. Sus patios con las hierbas más verdes que mis ojos han vistos jamás.


      Camine por las calles vacías. Casas con puertas cerradas. Vallas de aceros, jardines con árboles color rosa que parecen llegar al cielo. Sus ramas se extienden desde lo más alto hasta llegar al suelo. Me acerque a uno y mire a través sus ramas. No pude aguantarme las ganas de verlos de cerca e indagar que esconde en sus troncos o a través de sus ramas.  Adentro parece como si fuera una casa de campamento. El espacio interior formados por las ramas es grande. Me sorprendí con tal formación. Pensé que mi hija Lissette estaría muy feliz con un árbol así. Sería una casa de juego ideal. Luego de observarlo un rato, decidí caminar por las calles azules. Parecen estar hechas de un petróleo azul oscuro. Se parecen a las carreteras en la tierra antes de estas ser destruidas por terremotos y la guerra, pero más lisa y perfectamente construidas.  Camine hasta llegar a un rio. Aun no  podía ver a ningún ser vivo. Que extraño pensé. ¿Dónde estarán los moradores de este pueblo? No pude ver a nadie ni un animal caminar o volar.  Me acerca a las aguas y vi mi rostro reflejado en ellas, las cuales parecían como el espejo más pulido que pueda existir. Vi mi rostro cansado, con ojeras negras por falta de sueño. Mi pelo despeinado y mi bata de dormir no parecían hacer encaje en este paisaje tan bello. Luego de observar y analizar mi rostro cansado en las aguas del rio,  me senté bajo un árbol, y desde ahí jugaba con el agua. Me limpie el rostro, tome algo y me dispuse a recostarme en el árbol, para así descansar un poco. Alcé mis ojos al cielo, y me maravillada con contemplar el más bello azul que mis ojos habían visto jamás.  Un toque en mis hombros sentir al cerrar mis ojos. Los abrí, y he ahí un ser color morado resplandeciente parado frente a mí. Vestía una bata morada y larga, casi hasta los pies. De su cuello colgaba una corbata. Parecía estar hecha en cuentas pequeñas y brillantes. Su rostro ovalado, ojos ovalados y grandes. Nariz perfilada y labios negros. Me incorpore y le  salude., con un poco de miedo y desconfianza, algo tenebrosa.  Él me sonrió. Sus dientes blancos como la nieve llaman mi atención y comencé a analizar el color de los míos. Pero deje esa vanalidad de lado y le pregunto en donde estoy.  El no contesto. Trate de levantarme del suelo, y al incorporarme, note que el sostenía en sus manos un paquete rojo pequeño. El me lo entrego, poniéndolo en mis manos, mientras el las sostenía entre las suyas,  pero todavía no me habla. Yo le tome, lo abrí al levantar mi vista hacia él, él ya  había desaparecido. Qué raro pensé. De cualquier modo, decidí averiguar que hay dentro de la cajita que me ha dejado. En ella una luz morada y  pequeña se mueve lentamente de un lado a otro. La tome en mis manos, y la vi desaparecer dentro de ella.  No me dio miedo el ver la luz desaparecer dentro de mi cuerpo. Me sentía en paz conmigo misma.


      De repente me encuentro de regreso, en la casa de la pastora. Tengo la mentalidad o la idea que soy alguien muy importante, muy rica. Y me creo toda la historia. Una voz femenina me dije que mi novio, antes no me quería, pero ahora que soy rica, él me quiere. Mi novio fue presentado como el hombre mi primera visión. Me toque el pelo y note que este estaba muy corto. Le demando saber que ha pasado con mi pelo y la razón por cual ahora estaba tan corto, pero nadie me respondió. Luego de unos minutos de silencio, una voz femenina, me dijo que mi novio me ha cortado el pelo  mientras dormía. No sabía de qué novio me hablaban, pues no tenía ninguno. Pensé que quizás eran locuras que me hacían creer para volverme aún más loca. Así que no le puse atención. Ellos eran el enemigo del cual debía cuidarme.  Al cabo tres horas ellas y él se marcharon. Yo me dispuse a dormir, pero para mí desgracia, un ser parecido a mi pastora me gritaba que dejara su casa inmediatamente. Eran 02.30am. Yo estaba petrificada la idea de salir  a las calles a esas horas y caminar hacia mi coche.  ¿Y a dónde iría? Vagaría por la ciudad en mi coche otra vez. Esa idea  me dio escalofríos. Así que le rogué a que me dejara que pasara la noche y luego me iría en la mañana. No sé bien si era ella en persona o si era ella en espíritu. Pero la sombra detrás de la puerta de cristal  insistía en que dejara la casa inmediatamente. Así que le dije que saldría a las 06.00am. Ella estuvo de acuerdo. Mi cerebro estaba cansado. Mi alma ya no aguantaba más. Estaba a punto de dejar de pelear por esta vida. Y pasar a la otra si es que existe. Esta vida debo de admitir   ha sido ingrata conmigo. He pagado un alto precio por existir. Desde mi niñez he aprendido a luchar y confrontar los rechazos. Desde el día en que mi padre dejo a  mi madre, me volví en el ser del que todos sienten lastimas o que muchos rechaza por no tener a un padre a mi lado. Ahora el tener que luchar y pelear con seres que solo yo puedo ver, me doble complica la vida y se me hace un lio. Mi Psicóloga le llama alucinaciones, y me Doctor  de cabecera le llama esquizofrenia. Y el psicólogo que me examino en la corte le llama paranoia. Como quiera que se llama, de algo si estoy segura, y esto que si veo cosas y no la invento. Yo sé que son reales las cosas que vivo. Algún día, amiga Alondra te enseñare lo que digo.


      Yo la interrumpí y le pregunte que paso después de la 02.30am. Ella me comenta que esta tan alegre estar de poder tener a alguien a quien contarle sus visiones. Para ella, yo soy la máscara a través de la cual ella puede hablar sin temor alguno. Yo le sonreí y  le asegure que en mi tendrá a una amiga a quien contarle de sus aventuras. Emilia continuo y me dijo:


      Alguien muy importante, digo que importante por la forma en que hablaba a los demás en la habitación, entro y comenzó a dar órdenes. No uso la puerta para entrar. Pero más bien en la pared se abrió una puerta y el entro. Lucia de un color verde oscuro y tenía dos cuernos pequeños a ambos lados de su frente. Luego de unos minutos de observarle, le reconocí. Si era él. Aquel hombre verde que vi bajar del cielo en una escalera de metal cuando tenía solo diez años edad. Recuerdo todo bien. Yo iba de camino a casa de una prima a mirar la telenovela. Era un día caluroso y seco. El sol como siempre resplandeciente. .  Sus rayos penetrantes y molestosos. La temperatura ambiental llegaba a los 42 grados Celsius. Pero antes de llegar a la casa de mi prima, un sujeto se interpone en mi camino, pone ambas manos en cada lado de mi costado y  me levanta en el aire y mira hacia la escalera que estaba frente a sus pies. Yo  asustada empecé a llorar y a sacudirme en sus manos. Le demande que me bajara ya. El me bajo y antes de alejarme de el recuerdo golpearle con mi mano derecha tres veces en su brazo derecho. En ese encuentro sentí que algo nuevo nacía dentro de mí. Sentí una luz moverse en mi estómago. Nunca antes le había contado a nadie sobre este encuentro. En mi niñez me causo terror.


      ¿Pero si te sigo contando sobre lo que me paso en la casa del pastor?  Yo sentía que partía de este mundo, cansada, sin ganas de querer vivir, a punto de rendirme, decepcionada, que a pesar de dedicarme toda mi juventud a la a hacer el bien, nadie de ese mundo llego a mi rescate. Ese hombre verde oscuro, con rostro redondo, les indico a los otros que me dieran una vida. Pues estaba a punto de morir según ellos. Yo misma sentía que me marchaba de este mundo. Pero antes darme la vida, el me reclamaba saber por qué le golpeé cuando era una niña. Yo respondí que yo era solo una niña, como puede el aparecer y reclamar que una niña se disculpe por haberle golpeado o peor aún regresar 18 años más tarde a pedir cuenta. Aun, aunque enojado, él estaba dispuesto a darme una vida, la cual necesitaba para seguir en este mundo.  Se me pedía que eligiera una opción entre tres:1) Aceptar una vida y seguir con él  y ser su mensajera, 2) aceptar una vida y seguir sin él o 3) aceptar una vida decir gracias y seguir sin él. Yo muy cansada, estaba confundida. Recuerdo que esas mujeres me despiertan continuamente, porque yo me quedaba dormida sin seleccionar una opción. Al fin seleccione aceptar una vida y seguir sin él. Sentía como esos seres trabajaban en mi cerebro y me trataban de consolar. Sentía como apretaban tornillos en mi cerebro y como yo me recuperaba rápidamente. Pero aún recuerdo con gran dolor como ese hombre de color verde oscuro decía que el Rey Aldovar I  no se mostró por mí, aun sabiendo que me quedaba poco de vida.


Luego de ser restaurada, se me explico que durante los últimos días estaba en el infierno. Alguien me puso en el infierno y me dejo ahí. Él me explica, que  por eso yo sentía que alguien me rasgaba la piel o cuando me sentaba en la sala de mi apartamento alguien me jalaba el pelo. En el infierno reina  Maldovar. Por tal razón yo debería de obedecerle. Me explicaron que ellos han sido amable al rescatarme. Ahora ellos me seguirán para ver que yo voy hacer con la vida que me han dado. Yo estaba además de temblando, agradecida y al mismo tiempo me sentía humillada al tener que aceptar una vida o favores de mi peor enemigo.  El ser Aldovarista hace que  Maldovar  y yo seamos los peores enemigos. Pero tuve que aceptar la triste realidad de que el Rey de mi adoración y placer, el Rey Aldovar I  que yo adoraba desde niña nunca llego a mi rescate. La vida sigue pensé para mis adentros.


      Llegada las 06.00am, me levante, me cambie de ropa y me dispuse a dejar la casa de mi pastora. Con la idea de nunca regresar o hablar con ella jamás en mi vida. Volví a mi apartamento, pero desgraciadamente, no pude entrar, las llaves no funcionaban, pero muy adentro de mí estaba feliz, porque había desarrollado un miedo implacable al estar sola en él. Me dispuse a manejer sin rumbo fijo. No sabía a donde ir. No tenía muchos amigos que digamos. Pensé en ir a visitar a Luisa, una amiga colombiana que había conocido hacia años. Pero no, cambie de mente al pensar en sus hijos y su esposo. Vague por las calles por horas sin rumbo fijo. No sabía dónde ir o  a quien llamar. Me sentí perdida en un lugar forastero, sin familia a quien acudir. Esas historias que veía en la televisor sobre mujeres que habían dejado sus familias y amigos detrás para ir a aventurarse a otro país, llegaron a mi mente. Me lo merecía, pensé. Todos mis sufrimientos no son más que mi culpa y nadie más puede culparse. Tantas veces leí en revistas o vi en el televisor sobre los destinos de mujeres que se casan con extranjeros, dejan su tierra y luego cuando los problemas llegan se encuentran sola. Yo me había unido a esa lista. Tristemente he aceptado mi destino y no buscaba culpable alguno, más que yo y mi ambición de viajar a través del mundo y conocer que hay más allá de mi frontera. Me imagino que todo en la vida tiene su precio. Yo estoy pagando el precio de mis errores.


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