jueves, 12 de mayo de 2016



Capítulo VII - Un "paseo" y mi vida

 

      Yo atónita la escuchaba, a veces le creí y pensaba que todo puede ser posible y otras me decía que esto es fuera de lo normal. Muy adentro de mí concordaba con sus psicólogos. ¿Pero quién soy para juzgarla? Me preguntaba. Sus historias me entretenían y hasta a veces me aliviaban el estrés que traía conmigo. Ya era un poco tarde, me había pasado unas largas horas escuchándola y escribiendo sus historias.  Así como ella quería. Mi café frio, estaba en la mesa. Estaba demasiado entretenida que hasta olvide tomarlo. Emilia aparentaba tranquila. No vi agitación alguna en ella. Parecía segura de sí misma y de sus vivencias. Yo en cambio le observaba y me preguntaba si todo podía ser posible. El que “si puede ser posible” inundó mi mente. Vale la pena dudar me dije a mi misma. Pues ya era tarde. Y era tiempo de cortar la visita y regresar a mi apartamento. Le prometí que vendría a verla otra vez. Pero sería en unos días. Ambas acordamos en vernos otra vez, pero esta vez, acordamos ir por una caminata en la BeachEast-una playa urbana que se abrió en el Parque Olímpico. Es una playa artificial, de más o menos dos kilómetros de ancho y tres de longitud. Ella podía encontrar cafeterías, restaurantes, heladerías y cortes de voleibol entre muchos otros entretenimientos- De veras gozaba de su compañía, a pesar de sus visiones e historias que ayuntarían a otros que no la conocen como yo.

    Pasaron los días, y con ellos llegó la hora de encontrarnos otra vez. Yo manejé en mi coche hacia la playa. Ella me esperaría en el Valle del sur, una cafetería muy cerca de donde ella vivía, pues estaba a la entrada de la playa. Lo que una vez fue una cafetería hermosa, ahora lucia degastada por las condiciones físicas en que Londres se encontraba. Era muy claro apreciar cuánto daño los terremotos y la reciente guerra contra Rusia ha causado a su infractura. Era sábado 12 de Julio, 10.00 am y el trafico estaba muy malo. Pareció como si todo el mundo decidió salir a la misma hora que yo.  Mientras manejaba me preguntaba como realmente comenzó a tener visiones.  O si todo es un juego de la mente, que le hace ver y creer cosas que no son reales. Yo poder del cerebro es inigualable y puede dar fuertes ilusiones y hacer a una persona creer cosas que son solo imaginarias. Luego de tres horas de viaje, por fin había llegado a BeachEast. Parqueé mi coche en el parqueo público y me dirigí al Valle del Sur. La encontré sentada en una esquina, justo frente a una ventana que tenía vista hacia el mar. Había seleccionado una mesa oro oscura, con sillas del mismo color. Tenía en sus manos un vaso de cristal transparente, largo y fino. En él un líquido verde con hielo refinado. Un ¡frío frío!, me dije a mi misma. Me le uní y ordené una limonada. Ella vestía un mini vestido negro de mangas largas con lentejas alrededor del cuello y en las mangas. Se vía muy elegante. Su pelo se lo había tintado. Ahora ya no es negro pero marrón claro. Le cae bien y combina con su color de piel. Lucia radiante. Su nuevo estilo contribuía a que su piel luciera más clara. Era verano, un día caluroso de 30 grados Celsius. El sol se elevaba en el medio del cielo. Mi reloj marcho la 13.15 de la tarde. El sol se reflejaba en su piel y pelo.   Al verla recordé a las jóvenes de sus visiones. ¿Se habría cambiado de look solo por ellas? No lo sabía exactamente, pero dudas y preguntas empezaron a crearse en mi mente. Pensé que mejor la molestaba con mis inquietudes pues ella ya tenía suficiente en su mente de que preocuparse; pero después del todo parecía feliz. Cualquiera que la viera no deduciría que tiene problemas mentales. Yo lo sabía y la acepté abiertamente. Ella es mi mejor amiga desde mi niñez, ¿Por qué habría yo de rechazarla ahora cuando ella más me necesita? En realidad, las dos nos necesitábamos la una a la otra. No teníamos a nadie más a quien acudir. Pero la distancia entre ambas era mucha. Yo vivía en el Sur a tres horas de distancia en coche. En autobús se tomaría algunas cinco horas. Así que le propuse que buscáramos otro apartamento donde ambas pudiéramos vivir juntas. Pero ella como siempre tan elocuente y prudente rechazó mi propuesta. No quería ser una carga para mí, aunque yo muchas veces le insistía que no lo era y le explicaba que las cosas se pondrán aún más difíciles debido a los constantes bombardeos que Londres está recibiendo de parte de Rusia. Lo mejor sería que ambas nos buscáramos otro apartamento con dos habitaciones, pues el de ella solo tenía una. Nunca le propuse que dejara Londres y se viniera a vivir conmigo a Bournemouth, más bien le propuse que yo me mudaría y así ambas nos tendríamos la una a la otra. Pues sabía muy bien que ella no dejaría a Lissette detrás. Emilia me prometió que lo pensaría. Eso quito una gran carga de hombros. Terminamos nuestras bebidas y nos dispusimos a caminar a lo largo de la playa. Todo lucia tranquilo. El truce entre Rusia y Gran Bretaña ha hecho mucho bien. Ya hace más de tres meses que los bombardeos habían cesados. Pero no implicaba que la guerra había terminado. Solo significaba que ambas naciones estaban tratando de llegar a un acuerdo. Todos esperábamos el fin de la guerra que nos atormentaba día y noche, especialmente para Emilia, pues ella era la que vivía en Londres. Donde yo estaba, en Bournemouth, muy pocas veces éramos bombardeados.  
 
Mientras caminamos por la orilla de la playa, mirando a las aves descender hacia el agua velozmente tratando de pescar en su paso algún pez, yo tome la oportunidad para indagar como todo empezó. Como es que ahora tenía visiones o vives experiencias que son difíciles a la mente humana de aceptar. Ella después de unos minutos de silencio, me miró fijamente a los ojos, y animadamente me contó cómo y cuándo todo empezó:
Debo de admitir que no es sido sincera contigo. Desde mi niñez he escuchado una voz que habla y cuentas historias de otros mundos lejanos al nuestro. Desde que cumplí los diez años para ser más específica. Siempre ha estado conmigo. Ella ha sido mi guía y por ella sabía a quién yo le era de agrado y a quien no. Esta es la razón por la cual en el pueblo no tuve tantas amigas como tu; pues yo muy bien sabía quién debía de ser mi amiga o quién no. Pero nunca fui atacada espiritualmente por ningún ente espiritual. Si he vistos otros seres desde mi niñez, pero nunca había entrado en una guerra infernal contra ellos como ahora lo estoy. Mi pesadilla empezó cuando Marcos me pidió el divorcio y con él la custodia de mi hija Lissette. Ahí es cuando empecé a ver esas mujeres en y ese hombre en mi habitación, demandando que yo le dé la custodia a Marcos y es cuando las luces moradas también aparecen en mi vida. A ellas les debo el estar aún viva, aunque no siempre pueden ganar la batalla contra los otros. Pero me son de gran ayuda.
 Pues en esos momentos difíciles de mi vida ingería muy poco alimento pues no sentía mucha hambre. Así que esos cuerpos morados resplandecientes, me daban un frasco con un líquido, el cual yo tomaba una vez a la semana…Y esas mujeres y ese hombre empezaron a aparecer en mi habitación y a burlarse de mí. Recuerdo que me preguntaban dónde estaba ahora el Dios de mi adoración, pues ellos los Senojocistas, no ven a nadie a mí alrededor protegiéndome como debía de ser. Es cuando entonces, la voz me conforta y me dice que si tengo protección no debía de escucharle o ponerle atención. Es entonces cuando las luces o cuerpos morados entran en mi habitación y la guerra se inicia entre ellos. A veces yo salía corriendo hacia la sala, otra me cubría debajo de la manta, acurrucándome, en espera que esos cuerpos celestes que estaba en favor pudieran deshacerse de ese hombre y esas mujeres. Pero no siempre fue posible y es como tantas veces terminé vagando por las calles. Estos cuerpos celestes morados me consuelan por la pérdida de mi hija y me prometen que la batalla aún no está perdida. Ellos me devolverán mi hija, cueste lo que cueste. Eso me llenaba de esperanza. Me daba la fuerza para seguir viviendo. Ponían en mí una esperanza de fe, cual ya había perdido. Pues después de un año de espera y ver que nada me salía bien, mi fe para ese entonces ya se había agotado completamente. A veces cuando ellos venían a verme, yo le preguntaba cuánto tiempo más tendría que esperar. Hasta cuando, cuando seria el final de mi desdicha. Ellos me decían muy pronto, solo ten paciencia. Esta es una de las razones… mi amiga Alondra…, por la cual no quiero que vengas a vivir conmigo, pues no sé cuánto tu cuerpo o mente soportara si ellos me atacan otra vez en medio de la noche. ¿Qué haría tu amiga contra ellos para defenderme? Tengo miedo del daño que ellos puedan causarte, tanto mentalmente o físicamente. Mírame a mí. Siempre vagando por las calles en medio de la noche por que no soporto verlos en mi apartamento o por que trato de huir de ellos. ¿Me entiendes Alondra? - yo le reiteré que no me importaba lo que tendría que pasar. Ella me respondió que aún había más que contarme, así que le cedí la palabra:

Recuerdo ese día frio de invierno. Estaba nevando fuerte, todo estaba cubierto por una sábana blanca de nieve. Los arboles parecían estaban cubiertos por una espesa capa de nieve, las hierbas en el jardín estaba toda cubierta, las flores todas se había vestidos de blanco. Todo en realidad estaba vestido de blanco. Ya me han separado de mi hija. Estaba yo sola perdida en una casa de diez habitaciones, sumergida en mi soledad y tristeza. Extrañaba a mi familia como nunca lo imagine. Que pesar tenía en el corazón. No tenía a mucha gente a la cual acudir a desahogar mi pena. Te tenía a ti, pero a ti solo te conté sobre el problema de la custodia, no te conté sobre lo espiritual por temor a que me creyera desquiciada. Así que ahogué mis penas dentro de mí. No tenía empleo, pues lo había dejado hacía ya seis semanas. No quería que nadie en el trabajo se diera cuenta de mis problemas. No es que trabajara muchas horas. Solo trabajaba veinte horas a la semana. Era algo para poder salir y ver otras gentes. Quería hacer mis propios amigos y no depender los amigos de Marcos. Quería abrirme paso por la vida. Pero luego me di cuenta de que el trabajo es el trabajo y ahí se queda. Nunca pude relacionar a nadie pues nadie aceptaba mis invitaciones a salir por un café. Siempre estaban ocupados con sus familias o con otras cosas. Con el tiempo, aprendí a aceptar mantenerme en privado y tratar el lugar del trabajo como es…  Pues no tenía a donde ir. Me encerré en mi misma.  No comía lo suficiente como para mantener mi cuerpo activo y saludable, solo tomaba bebidas, no alcohólicas, refrescos, café, agua y jugo, pues no sentía mucha hambre. Solía dormir en el sofá en la sala, pues no quería dormir en ninguna de las habitaciones. Me confine a ese sofá, y recuerdo decir que no me movía de ahí hasta que mi Dios el Rey Ardoval I me envié a alguien algún mensaje que solucione mi problema. Pase días así, sin salir a la calle o llamar a nadie. No es que tenía muchos amigos a quien llamar. La mayoría las gentes que conocía, la conocí mediante el. Todas estaban lejos de mi alcance. Todos ellos soportaban a mi ex esposo. Yo me quede casi sola en mi tristeza y tú estaba horas lejos de mí, no quería preocuparte tanto con mis problemas. Conocía unas cuentas mujeres de la escuela a la cual Lissette asistía, pero luego de meses de mis problemas, ellas desaparecieron de mi vida. Así que la soledad reino. ¿A dónde iría? ¿A quién llamaría? ¿Cuál sería mi próxima jugada? Estas y tantas otras preguntas rodeaban mi mente, continuamente, sin cesar, día y noche.

Una noche sentí que hay presencias no humanas en la casa. Me dio miedo y ore. Solía ser muy buena Ardovalista. Eso lo aprendí a través de mi madre y de la voz que desde niña me acompañaba. Escuché sonido de espada arriba en el primer piso. Vi cosas moverse en el aire. Me dio escalofrió. Pero no tenía a donde ir. Así que me quedé ahí. Algo muy dentro de mí, me decía que no huyera de la casa. Era como un presentimiento que me llenaba de confianza en mí misma. Así que me senté en la sala, encendí el televisor y con los oídos y ojos más abiertos de lo normal me senté en un sillón que se encontraba muy cerca salida de la sala de estar, por si acaso necesitaba salir corriendo.   El reloj en la pared marcaba las 20.00 horas. Tenía sueño, pero no quería dormir por miedo a lo que me pueda pasar.
Recuerdo ver la imagen de un ser femenino reflejado en la lámpara de pies que se encontraba en la esquina sur de la sala.  En ella se podía ver reflejada una mujer parada enfrente de mí, mirándome fijamente. Lucía pelo corto. Sus ojos, pequeños y ovalados parecían perderse en su pequeño y redondo rostro. Su piel color oro, estaba cubierta por una luz intensa que se asemejaban a los rayos del sol. Su estatura alta de más o menos de 6” 5’. Su peso de más de 70 kilos. Vestía un vestido color oro con diseños águilas anaranjadas semejantes al color del fuego. Yo observaba a través de la lámpara como ella me miraba. Parecía una estatua de cera.  No sé si ella estaba en mi favor o en contra. Pero inesperadamente sentí tranquilidad, trayendo consigo la confianza que necesitaba para poder cerrar los ojos para dormir. Horas después, más o menos a las 02.00 horas de la mañana, me despertó un ruido. Otra vez ese ruido de espada proviene del primer piso de la casa. También vi cosas moverse en el aire. No entendía muy bien lo que pasa. Aún no entendía todo bien, tenía espacios en blancos en mi mente y la falta de capacidad para completar el rompecabezas que diría exactamente el por qué los senojocistas se han aferrado en hacerme la vida imposible. Pensé que va más allá de la custodia de la niña, pues ya la he perdido y ellos ganado. Algo muy dentro de mí me decía que hay más, más allá de la custodia. Pero esta voz que me acompaña me dice que no me puede decir más. Debía de esperar el momento preciso. Y mi amiga… Alondra...ah… Yo si tengo mis sospechas, pero no quiero decírtelas ahora. Pues entonces… si me creerá demente. Ya llegara el tiempo en que pueda abrir mi corazón plenamente sin temor a ser catalogada desquiciada.  Alguien quiere mi destrucción a todo costo. Ese alguien es Senojoc. ¿Que yo le he hecho? No lo sé muy bien. Pero si mis sospechas son ciertas, si entiendo el motivo de rabia contra mí. —en mi tendrás una amiga capaz de escucharte y entenderte siempre—le dije yo mientras ponía mis brazos sobre sus hombros, tratando de no alertar mis dudas a todo lo que escuchaba. Pero de todo mucha, a pesar mis pensamientos agnósticos me atormentaban mientras la escucha narrar sus vivencias, nunca le contradecía o trataba de hacerle creer que todo no era más que juegos de su cerebro que le hace ver y creer cosas que no son reales. No… le dejaba desahogarse de sus penas, hacía el juego de la psicóloga que escucha cuando al mismo tiempo batalla conmigo misma, tratando no ponerle un nombre científico o médico a lo que escuchaba. Seria cruel de mi parte. Ella ha sido mi mejor amiga toda mi vida. En ella nunca encontré reproches algunos cuando yo al igual que me familia nos identificamos como agnósticos en todo el pueblo. Ella permaneció ahí para mí y no le importo mis creencias radicales que poseía en relación a las religiones. Ella siempre fue mi amiga. Ahora es mi turno demostrarle, que yo también estaré ahí y la soportaré en sus creencias religiosas no importa mis ideales sobre ellas.

¿Te sigo contando sobre esa noche? —interrumpió ella en mis pensamientos. Yo le dije que con un movimiento de cabeza. Emilia, muy pensativa, mirando a la distancia, con sus ojos enfocados en un retrato de Lissette que colgaba de la pared, continuó:

Me incorpore del sillón, temblando, no sabiendo que hacer. Miré hacia la lámpara para ver si esa figura femenina que antes había visto, estaba todavía ahí. Pero ya no lo estaba. Me pregunte adonde se había ido. Luego miré a la pared que se extiende en frente de mí. Vi dos sujetos reflejados en ella. Miré hacia atrás, pero vi nada, miré a la pared y ahí estaban esos dos sujetos. De repente sentí que alguien tocó mi cabeza. Yo me quede tranquila, pues días antes había orado que mi Dios enviara a alguien a chequear mi cabeza, pues todos dicen que soy loca.  Yo sé que no lo estaba, ¡pero valga la duda…!  por si acaso! Y por ser tan Aldovarista y como antes había orando, pidiendo que mi Dios, su excelencia Aldovar I que enviara a alguien a chequear mi cabeza.  Me quede tranquila y mientras mi cabeza era examinada, yo oraba. Dejé que estas dos siluetas observaran detenidamente cabeza. Sentí que levantaron la parte frontera y ponen algo dentro. Me dio miedo, pero de todo, dejé que ellos hagan su trabajo. Ellos pusieron algo dentro y escuché un ruido rechinante como de mental. Al mismo tiempo, empecé a alucinar y ver rostros de mujeres en agonía reflejados en la pared. Por la expresión en sus rostros, parecían como si estuvieran en el infierno. Me preocupé por ellas y también por mí y empecé a preguntarme que en realidad estas esas siluetas estaban haciendo o poniendo dentro de mi cabeza. Empecé a moverme inquieta en el sillón de un lado a otro, pero no conseguía lograr ponerme en mis pies. Fue como si estuviera atacada a él, pero no podía ver nada que me sujetara. Luego pusieron la parte frontera de mi cabeza en su lugar. Al terminar ninguno dijeron nada. Yo empecé a sentir un sueño profundo y sin darme cuenta me dormí. Al siguiente día, me doy cuenta de que tengo un poco más de energía. Pude comer algo, bueno no algo, recuerdo bien haberme comido un plato gigante de paella con camarones y carne de res.  Pero aun esa tristeza por perder a mi Lissette aún no se aleja de mí. El invierno frio y la soledad hacían que mi estado emocional fuera peor. Recuerdo abrigarme con las mantas y encender la televisión. Así pasaron las horas, y con ellas llego la noche. Una noche de terror. Esas presencias, esos entes espirituales llegaron otra vez. Vi como algo en el aire cambio de lugar. Pude notar que cada vez que cerraba los ojos mis piernas se movían violentamente hacia arriba. Era como si recibiese un choque eléctrico que hacía que estas se dispararan hacia arriba bruscamente. Era frustrante. Me pasé toda la noche en vela, despierta, sin poder cerrar mis ojos. Era como si alguien hubiera programado mi cerebro a que mueva mis piernas rápidamente hacia arriba si yo los cerraba o trataba de dormir. La memoria de alguien había estaba chequeando mi cabeza la noche anterior llego a mi mente. Entonces es cuando abrí mis ojos bien abierto a la posible realidad de que esos hombres la noche anterior quizás no eran amigos, pero más bien el enemigo. Empecé a preguntarme que hare ahora. En eso, de nuevo escuche ruidos de espada, esta vez cerca de mí en la sala. Pero no podía ver nada por más que tratara de ver lo que estaba de frente de mí. Solo podía ver siluetas de piernas moverse, piernas desnudas diría yo, pues no venía tela algunas cubrirla. Más bien eran como el color del helio o del aire. Como si el aire se hubiera agrupado así mismo y formase siluetas antes mis ojos. No podía ver rostros algunos. Solo las extremidades inferiores. Eso me frustraba aún más la vida. Sabiendo que estoy rodeaba por entes no podía perfectamente ver y que ellos quizás estén ahí para hacerme daño.

      Me sentía en el infierno y no entendía las razones. De repente recordé mirar hacia esa lámpara otra vez. En ella vi reflejada dos figuras femeninas: La mujer con piel color oro apareció de nuevo en la habitación, pero esta vez estaba en medio de la sala. Extendía su brazo izquierdo al aire como tratando de protegerme. Al frente de ella, otra figura femenina, muy delgada, de piel marrón claro, ojos marrones y pelo largo y negro, el cual le pasaba más debajo de los hombros, justo por encima de los pechos. Esta figura me miraba con rabia, como si quisiera hacerme daño. Esa noche no pude dormir otra vez. Otra noche en vela y empecé a quejarme.  Me la pasé sentada en el sofá, arrinconada en una esquina de él, con las mantas en mis piernas. Y con los ojos bien abiertos, vigilando a mí alrededor por si alguien quisiera hacerme daño. No es que yo pudiera hacer mucho, me decía a mí misma. Ya se irán en la mañana me decía y yo podré dormir.

Fotos De Rosas Animadas Para Dedicar (5)     Al día siguiente estaba tan cansada. Con los ojos achinados por las noches en vela. Al mirarlos en el espejo pude apreciar que unas arrugas muy finas se habían formados alrededor de ellos. Todavía aclamaba al Rey Aldovar I, con mi fe un poco atormentada y herida. Recuerdo estar acostada en el sofá llorando, me preguntaba dónde estaba el cuándo lo necesitaba. Al mirar hacia atrás, vi a un hombre no humano mirándome. Él es el hombre color morado radiante del que te he contado antes. Él estaba parado detrás de mi espalda, lo miré, pero no lo reconocí. Me dije a misma, este “maldito marciano me ha encontrado y ahora me maltrata durante la noche. Voltee mi cabeza hacia la pared otra vez, dándole la espalda. Mientras estaba de espalda a él, pude ver claramente que ahora él se ha sentado en una silla. Se pasó todo el día en mi sala. Con sus manos en su frente, parecía estar preocupado. Por un momento pensé que estaba ahí, solo para leer mi mente. De todo modo yo no podía hacer nada para sacarle de mi casa. Seguí acostada, preocupada por lo que podrá venir o suceder. Luego de unas horas, me canse de estar acostada en mi lado izquierdo, trate de acostarme en mi lado derecho, pero ay de mí. No pude hacerlo. Cada vez que lo intentaba, sentía que grandes plumajes como lo de un ángel salían de mi espalda. Sentí crecer alas, grande plumaje color blanco salían de mi espalda. Me senté atónita, sin poder expresar palabras algunas. Me incorporé del sofá, me contemplé en el espejo, aprecié el plumaje que yacía detrás de mi espalda. Le toque y se sentía sedoso y tan suave como las alas del águila que tanto yo admiro.  No pude dejar de sonreír y hasta llegue a pensar que quizás yo sea la famosa Klourdes de Castilla, pues según las escrituras ella tiene grandes plumajes de la gran águila. Y esto era exactamente lo que provenía de mi espalda. Pero la realidad era más fuerte que mis sueños. El hombre morado para ese entonces estaba parado detrás de mí. Me sonreía.

  En eso me vino a la memoria un sueño que tuve cuando era solo o 14 años de edad. Lo recuerdo perfectamente como hoy. En mi sueño vi una mujer, de piel morena, más bien marrón oscura, correr a las orillas del mar. Pelo largo y negro. Vestía un vestido blanco y largo. Esa mujer estaba embarazada. Su abdomen, ya grande, sobre salía de su figura esbelta. Estaba en sus últimos días de embarazo diría yo. Parecía tener más de 30 años de edad. Ella corría mientras miraba de vez en cuando hacia atrás. Lucía cansada y el peso del abdomen no la dejaba correr rápido. Alguien la seguía. De repente ese hombre de pelo rizado, el cual se asemeja muchísimo al hombre del cual te he comentado en mis visiones anteriores, la alcanza, la toma de por un brazo, elevándola hacia el cielo. Él tenía una espalda color plata y larga en su mano derecha y alzaba esta al aire con ferocidad. En mi sueño sé que había otros entes al otro lado, pero no se me permitió verlos.  Ahí estaba en ella medio de una grande batalla que había de comenzar. En el sueño, mientras yo estoy parada en un lado observando lo que estaba pasando, una voz me grito: ‘esa eres tú, Klourdes de Castilla’. Yo en el sueño le pregunte a la voz ¿cómo es posible si no se parece a mí? Pero yo aún era joven y no entendía perfectamente el significado del sueño, si es que tiene uno. Ahora miro hacia atrás, trato de analizarlo y todavía no lo entiendo. Pero si quisiera ser ella y ser rescatada del mundo en que vivo. De regreso a mi sala, el ser morado aún está ahí detrás de mí con una sonrisa en sus labios. Vi como paso su mano por mi cabeza y caí en un sueño profundo.  

 Al día siguiente, abrí mis ojos y me encontré en mi dormitorio. Ya no tenía alas. Pero el ser morado todavía está ahí, sentado en mi cama, a mi lado. Me dio alegría verle. Él quiere llevarme con él, pero yo me negué, pues tengo a una niña por la cual luchar. Ya habían pasado más de tres meses que no veía a Lissette, pues Marcos no me dejaba verla y las autoridades hacían muy poco en relación. Pero él me asegura que todo va a estar muy bien, pero mi amor maternal es más grande que mi deseo de irme con él y escapar el infierno en que me encontraba. No iba a tomar la salida fácil y dejar a mi hija detrás, sola, en este mundo que va de mal en peor. Alguna idea se me habría de ocurrir para poder verla cuanto antes. Le pregunté su nombre. Él me sonrió. Pude notar por primera vez que tiene dientes de platino, muy brillantes. Estos hacían contraste con sus labios negros, más oscuro que la misma noche. Ellos hacían el reflejo mismo de una noche estrellada. No me pude contener a tanta belleza e inusual sonrisa que se destellaba frente a mí. Así que le sonríe también. El me guiño el ojo izquierdo. Me dijo que muy pronto sabré su nombre. Yo le miraba y al mismo tiempo me decía a mí misma que tenía a un extraterrestre sentado en mi casa. La idea de que mejor no le mencionara esto nadie, se apodero de mis pensamientos. De ningún modo les contaré esto a mis psicólogos. Luego de observarle detenidamente por un buen instante, le vi levantar su mano derecha y pasarla sobre mi pelo, suavemente, mirándome directamente a los ojos. Yo me quedé dormida. Al despertar el ya no estaba. Mire el reloj en mi mesilla de noche. Este marcaba jueves 22 de junio 2029. Ya otro día había pasado. Me sentía un poco relajada. Al mirar al otro lado de mi cama, me encontré con unas mujeres, ahí parada observándome. Me tiré de la cama como si hubiese visto a una serpiente, rápido, con el corazón latiendo tan fuerte que pensé que se me iba a salir por la boca. Una de ella me tomo fuerte por los hombros y me dijo que no me preocupara. Las demás permanecían inerte en sus respectivos lugares. Me sentó en la cama y me dijo que ellas estarían ahí en el apartamento por si yo las necesito. ¡Ellas cuidaran de mí! Nelusa, así me dijo que se llamaba, era mediana edad. Casi en sus treinta cinco años de edad diría yo. Llevaba el pelo rubio, su tez color oro, sus ojos negros, pestañas medianas y nariz un poco aguda. Un cuerpo muy atlético, eso lo podía notar por encima del uniforme enterizo que esta llevaba puesto. Medía unos cinco pies y nueve pulgadas. Tenía una corona roja con cristales muy llamativos puesta en su cabeza. Esta hacia contraste con el morado de su vestimenta. Las demás cuatro mujeres también llevaban uniforme enterizo, negros que les cubría desde los pies hasta el cuello. En sus rostros llevaban una máscara en los ojos. Una venda negra. No podía ver sus ojos pues esta venda los cubría por completo. Me preguntaba cómo podían ver a través de ella.  Nelusa me dijo que tomara un baño. Ellas estarían ahí para asegurarse de nadie me moleste, luego ellas se harán invisibles a mis ojos. Yo no podré verlas, pero ellas estarían ahí en mi apartamento. Me mostró unos frascos en cristal y me pidió que los tomara. Yo le desconfié inmediatamente, pero muy inteligente me pidió que seleccionara dos, uno para ella y otro para mí. Así que eso me devolvió un poco de confianza en los demás, especialmente en entes espirituales. Hice como se me indicó. Tomé dos. Le pasé uno a ella, el cual ella tomo inmediatamente. Yo le seguí e ingerí el me quedaba en mis manos. Luego cuatro de ellas, incluyendo a Nelusa, se posicionaron en una esquina de la habitación, le vi desaparecer de mi vista.  La restante de las cinco, me acompaño al baño y se quedó ahí hasta que termine de ducharme... Ya… Ya no me sentía sola. Por fin sentí que el Rey Aldovar I había escuchado mis suplicas. Dios había venido a protegerme. Eso me dio energía y valentía para confrontar la vida. Sabía que ellas estaban ahí, lista para protegerme…

-Ya hemos caminado más de unas dos millas. Emilia hizo una pausa. Parecía pensativa y triste. Me imaginé que el perder la custodia de su hija, le había dejado un gran vacío en su interior, aunque a la mayoría de las veces no suele aparentarlo. Yo le tomé de la mano derecha, le abracé y caminamos de regreso en silencio. Ya en el parqueo, mi reloj marcaba las 3.45pm. Me despedí sin antes recordarle que debíamos vivir juntas y prometí escribir lo que ella me había contado pues tanto Emilia como yo pensábamos que deberíamos escribir un diario sobre su vida. Emilia pensaba que, allá afuera, en la comunidad, debe de haber muchas personas como ella. Su interés es poner esa chispa de confianza o seguridad en sí mismo, a esas personas que tienen el mismo tipo de problemas como ella. Pues debe de haber muchos Aldovaristas que están siendo atacado por el poder negro de Senojoc. Ella quiere alentarlos a que sigan sus vidas, mantengan su fe y sean más abierto con sus amigos y familiares sobre sus visiones o alucinaciones, que no son más que ataques infernales de parte del enemigo. Acordamos de que la visitaría el viernes para seguir conversando.

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